Por el Dr. Pedro L. González, especialista en Medicina Preventiva y de Salud Pública y periodista científico
La inmunización generalizada y una nueva variante ayudan a explicar este fenómeno. Los datos apuntan a que Ómicron produce cuadros más leves que Delta, siempre que se cuente con la pauta completa de vacunación. Sin embargo, las secuelas post-COVID ocurren independientemente de la variante del virus que haya provocado la infección, aunque son más frecuentes si la infección ha sido más grave.
La vacunación es clave: las personas con una o más dosis de vacuna contra la COVID-19 tienen hasta un 49% menos de probabilidad de desarrollar un síndrome post-COVID y de COVID persistente tras la infección. Aun así, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta el 30% tendrá alguna secuela post-COVID y uno de cada diez infectados por coronavirus sufrirá el denominado COVID persistente.
Entre las secuelas que se detectan en la fase post-COVID, de cuatro a 12 semanas tras la infección, se encuentran síntomas generales como la fatiga ; pulmonares, como la disnea y la tos o neurológicos, como la cefalea y la niebla mental, que normalmente desaparecen de forma espontánea.
También se han descrito alteraciones cardiacas, de carácter leve, y digestivas, como la diarrea, que suelen ser las más comunes y las que más se mantienen después de la fase aguda. A ello se añaden las psiquiátricas: ha habido un boom de trastornos mentales (anorexia, autolesiones, ansiedad, depresión) entre los adolescentes, sobre todo, lo que supone un cambio en el patrón de la primera ola, cuando las sufrieron más profesionales y familias afectadas.
Según una investigación publicada en la revista Archivos de Bronconeumología, las secuelas post-COVID disminuyen progresivamente a partir de la semana 12 de la infección, pero en algunos casos fluctúan durante más tiempo. Algunos pacientes informaron síntomas residuales de hasta 6 meses o más, especialmente aquellos que habían pasado una COVID-19 grave. SeriesLista.com - Programas de TV, Series, Guía de episodios.
En el estudio se menciona, además de los síntomas orgánicos, que a los 6 meses se detectan alteraciones persistentes del gusto y el olfato entre el 5% al 11% de los afectados, que luego se recuperan progresivamente. También pérdida del cabello, en alrededor del 20% de los pacientes. Por último, describen que un cuarto de los pacientes padecía un trastorno del sueño a los 6 meses y otro tanto aún tenían insomnio al año.
A la vista de estos datos, se hace evidente que las alteraciones en distintos sistemas del organismo que deja la infección por coronavirus requieren una atención mejor de la que hasta ahora se le ha dado.
Para acelerar a recuperación se han probado distintas terapias, entre las que la rehabilitación pulmonar se ha mostrado como la más eficaz. Se trata de entrenar a los afectados en el uso de la musculatura torácica y diversas técnicas de respiración que les permiten recuperar su capacidad de llenar los pulmones y oxigenar la sangre.
Con el fin de contrarrestar la inflamación residual que está detrás de la fatiga, la niebla mental y otras alteraciones orgánicas, se han probado medicamentos anti-inflamatorios de origen biológico, pero sin conclusiones definitivas.
Las intervenciones no farmacológicas, terapia de ejercicio, mindfulness, yoga etc. se han revelados muy eficaces en algunos casos, pero se desconoce si son mejores que las tradicionales basadas en fármacos.
Además de procurar no contagiarse, es importante que los afectados procuren una recuperación adecuada y se cuiden durante los días de infección para evitar secuelas a corto y largo plazo. Sobre todo, las personas con alguna enfermedad crónica de base o que pasan en ese momento por periodos de menor impunidad o situaciones delicadas como el embarazo.
No podemos olvidar que la pandemia ha dejado desde su inicio más de seis millones de fallecidos en todo el mundo y 500 millones de personas infectadas. La OMS sostiene que aún no ha acabado y hay incertidumbre sobre las nuevas cepas que puedan surgir.
Aumenta la frecuencia de las secuelas post-COVID-19
Por el Dr. Pedro L. González, especialista en Medicina Preventiva y de Salud Pública y periodista científico
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2024-10-16
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