Por el Dr. Pedro L. González, especialista en Medicina Preventiva y de Salud Pública y periodista científico
La fatiga es una sensación de agotamiento extremo que te interrumpe o impide realizar las actividades cotidianas. No es sólo una sensación de «cansancio», sino que es compleja, con una serie de factores físicos, cognitivos, neurológicos y emocionales, que pueden ser diferentes de una persona a otra.
Las cosas que antes te refrescaban, como dormir o hacer una actividad o pasatiempo favorito, ya no parecen hacerlo. Algunas personas describen la fatiga como si tuvieran «niebla cerebral«, «pilas agotadas» o «estar desconectados».
El autocuidado es una parte integral de la supervivencia a la fatiga y a muchos otros trastornos de salud. A través de un autocuidado responsable integramos en nuestra vida hábitos saludables y aprendemos a conocer nuestro organismo y su respuesta ante los desafíos.
Hay muchas acciones que puedes llevar a cabo para gestionar tu bienestar. Podrían agruparse en tres aspectos: salud física, regulación emocional y gestión de las habilidades vitales.
Para implicarte en tu autocuidado, tienes que controlar tu salud, gestionar tus medicamentos y los efectos secundarios y, por último, tomar el control de tu salud. Curiosidades y tops de internet
La mejor manera de controlar tu salud es adoptar un estilo de vida saludable. Eso significa adoptar una alimentación de tipo mediterráneo, con abundancia de frutas y verduras y teniendo como fuente proteica principal el pescado, las carnes blancas o las legumbres.
A ello, hay que agregarle la mínima dosis de actividad física diaria, que no significa deslomarse en el gimnasio, sino hacer aquella actividad que nuestro nivel de energía permita, para luego ir aumentando poco a poco. Puede ser hacer las tareas domésticas, llevar a los niños a jugar al parque o caminar a paso ligero.
El principal error de las personas fatigadas es creer que la actividad ligera va a empeorar su situación, pero es todo lo contrario.
También es importante recuperar tu vida en la medida de lo posible en lo que se refiere a las relaciones, los asuntos económicos y quizá el trabajo y los viajes, o tus preocupaciones espirituales.
Algunas personas suelen dejar de lado las emociones cuando están enfermas y entonces cada cierto tiempo surgen de nuevo. Pueden aparecer la tristeza, la ira o el miedo por los acontecimientos vividos y las secuelas que deja la enfermedad.
Todos estos sentimientos tienen sentido. Acabas de pasar por un momento difícil.
Afrontar estos sentimientos y aprender a manejarlos es crucial. Para ello, lo más recomendable es el descanso activo, dando paseos en la naturaleza o aprendiendo técnicas de meditación y respiración meditativa que te ayudaran a manejar la ansiedad, el estrés o el ánimo bajo.
Guía para recuperarse de la fatiga tras sufrir COVID-19
Por el Dr. Pedro L. González, especialista en Medicina Preventiva y de Salud Pública y periodista científico
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2024-10-16
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